jueves, 21 de enero de 2010

los que van y los que vienen

Migrar es una acción eternamente unida a la historia de la Humanidad. Precisamente, y gracias a eso, el hombre progresa -que no evoluciona- a veces hasta "adecuadamente". Es por tanto admisible...a veces hasta bueno que la necesidad lícita de trabajar y mejorar mueva personas de un lado a otro. Eso si, con normas que determinen calidades y cantidades. Si un país, el que sea, necesita mano de obra es lógico que acoja esa oferta de forma migratoria. algo bien distinto es cuando un irresponsable como Miguel Sebastián, Ministro de Industria, pregona que "en España entran 24 millones más de inmigrantes (consultar hemerotecas). El buenismo socialista funciona en primera instancia, luego, cuando llega la hora de la aplicación se tambalea y cae por su propio peso. Frases como: Todo el mundo tiene derecho al trabajo, todo el mundo tiene derecho a comer, la dignidad del hombre...suenan muy bien pero, sólo son eso: palabras vacías que en su aplicación desaparecen como el humo.
España es el país que es; con un sistema laboral que es el que es; con unas leyes que son las que son y con unos políticos que son muchos más de los que tenían que ser. Dar categoria de alegal, a algo que no lo es, no es la solución. En tiempos de bonanza económica pues muy bien, hacemos la vista gorda y"que vengan, que ya encontrarán algo". Eso no es serio. Pero... es algo más: es cruel. Mucho más cruel que deportarlos a su país de origen. Cuando alguien decide cambiar de país o de región...o de pueblo!!! le cuesta mucho tomar esa decisión. Y le cuesta porque sabe que la adaptación no es nada fácil. El efecto llamada, muchas veces con riesgo de la propia vida, se produce porqué la permisibilidad del país a donde se quiere llegar, es una noticia que corre como la pólvora entre los "presuntos emigrantes. Luego cuando por fin llegan a la realidad...y ala costa, ver que todo no es como parece. Y entonces que?. Demagogia, buenismo...
Si es verdad que el trabajo dignifica al hombre...que en algunos casos está por demostrar. A los políticos irresponsables que hablan del trabajo de forma banal e interesada no sólo no los dignifica, los define como seres no aptos para eso, para trabajar. Que se vallan, que nos dejen tranquilos y, si somos tan "senófovos" que preferimos tener trabajo nosotros -los de aquí- a que lo tengan los que no son de aquí, pues...Es verdad, que le vamos a hacer.

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